lunes, 10 de febrero de 2014

Trainspotting: una filosofía del absurdo

Título original: Trainspotting
Nacionalidad: Reino Unido
Duración: 94 minutos
Año de producción: 1996

Director: Danny Boyle
Guión: John Hodge

Reparto: Ewan Mcgregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller, Kevin McKidd, Robert Carlyle, Kelly Macdonald, Peter Mullan, James Cosmo, Eileen Nicholas, Susan Vidler, Irvine Welsh, Pauline Lynch, Shirley Henderson, Stuart McQuarrie

Basada en la novela original de Irvine Welsh, "Trainspotting"







"Cuando estás drogado, solo tienes una preocupación: el sexo. Y cuando no lo estás, te preocupas por toda clase de mierda. No tengo dinero, no puedo emborracharme; tengo dinero, estoy bebiendo demasiado. No consigo chica, no puedo tener sexo; tengo chica, es un fastidio. Tienes que preocuparte por las cuentas, por la comida, por un equipo que nunca gana, por relaciones humanas, y por todas esas cosas que realmente no importan cuando tienes una empatía sincera y verdadera por las drogas."



Trainspotting comienza con su personaje principal, Mark Renton, describiendo los mecanismos por los cuales un hombre realiza una vida ejemplar. Ejemplar en términos sociales, culturales, éticos... pero carente de sentido. Para él, las responsabilidades arquetípicas de nuestras sociedades occidentales son cargas innecesarias, ilusiones de aquellos que no reparan en la absurdidad elemental de la vida. Nuestro personaje encuentra una solución más apropiada para entretenerse durante el tiempo que uno debe estar en este mundo: ¿Por qué preocuparse por terminar de pagar un coche o por mantener una buena salud cuando se puede consumir heroína? El adicto se libera de un peso absurdo; no es que su vida adquiera un sentido, pero por lo menos no la desgasta con la ilusión de tener uno. Tampoco es una vida sin complicaciones; sin embargo, estas se vuelven básicas e instintivas: necesarias.

Aquí es donde empieza todo: su adicción no es un accidente. Es, ante todo, una decisión y la consecuencia directa de una manera de ver al mundo; cómo tal, es más digna que el acto por el cual un hombre enajenado de la realidad se somete a un papel socialmente aceptable (es decir a un esquema ético arbitrario, y a un aparente sentido de la vida que sólo es vano).

En este sentido, Mark Renton es uno de los tantos ejemplos por los cuales podemos ilustrar al hombre absurdo como lo pensó Camus. Consciente de su condición humana, e indiferente frente al mundo que lo rodea, escoge no escoger la vida (como la entendemos en términos sociales). El éxito económico, social, o de cualquier género, no es más que un invento más de la modernidad occidental. Si la esperanza de que la vida tenga un sentido providencial y religioso fue remplazada por una confianza ciega en el porvenir, en el hombre y en su capacidad por comprender el mundo, nuestra época le ha encontrado límites a la ciencia y a sus expectativas. Renton personifica la actitud del hombre lúcido de finales del siglo XX. Es un hijo más de las desesperanzadas aportaciones que han hecho los filósofos del absurdo. 


Un drogadicto no necesita justificación que vaya más allá del placer. Sin embargo Renton se embarca en una serie de reflexiones que nos permiten comprenderlo como un hombre que en cierta medida entiende sus decisiones. Esto no significa que esté en lo correcto. Se encuentra atrapado en lo que Camus ha llamado un "salto filosófico". Es decir que no lleva sus convicciones hasta sus últimas consecuencias. Efectivamente, se deshace de barreras morales -por arbitrarias- y no se molesta en manipular, utilizar o traicionar a sus amigos. Estos harían lo mismo. Así, desde el principio de la película destruye la vida del sano y sincero Tommy: arruina su relación, lo convierte en un drogadicto para ganar dinero, e indirectamente es responsable de que se contagie de sida y muera. Sin embargo, no lleva esta actitud hasta sus últimas consecuencias. En un momento de desintoxicación, es atormentado por la culpa, la cual se manifiesta por medio de aterradoras alucinaciones. De esta manera, sus convicciones no logran atravesar cierta intuición ética, lo cual lo lleva a escoger la vida. El mejor ejemplo de este proceso, por sintético, es el de su amigo Sick Boy, quien en cuestión de segundos contempla el derrumbe de todas sus creencias (en gran medida similares) frente a la experiencia de la muerte de su hijo.




¿Y qué es Diane, la amante colegiala, sino la voz de la conciencia de Mark? Le hace entender que ser un heroinómano es tan absurdo como tener un trabajo. Podrá ver el mundo a su manera, pero no puede evitar el cambio, y el mundo está sumergido en una transformación constante. Se encuentra en un momento de su vida en el cual la drogas dejan de ser la alternativa adecuada. Es por eso que decide buscarse un empleo en Londres.
"Diane tiene razón, el mundo está cambiando. La música cambia, las drogas cambian, incluso los hombres y las mujeres están cambiando. Dentro de mil años ya no habrá hombres o mujeres, sólo gente. Me parece magnifico." 
Lo que hace Renton es rectificar su filosofía a través de una lógica en la cual la lleva a sus consecuencias reales. En realidad, al final resulta más coherente escoger una vida normal, simplemente porque es igual de absurdo negarla. Al escoger el papel de drogadicto, piensa estar evitando una vida absurda. Pero lo que evita no es aquella vida (inevitable), sino la consciencia de su inevitabilidad. Pretende con su adicción encontrar una solución a la dramática condición del hombre.

 Es decir que la drogadicción equivale a intentar resignarse al sin-sentido, y de esta manera deshacerse de él (pero más precisamente, del malestar que ocasiona). Esta actitud es un error en la medida en que niega la confrontación y la misma absurdidad. ¿Por qué? La absurdidad existe en la medida en que es una comparación. Si deja de serlo, es porque se hace el "salto filosófico" (una actitud deshonesta), por la cual se pretende acceder a una tranquilidad existencial que es imposible para quien es sincero con sus reflexiones. Dar cuenta de la absurdidad del mundo, de la existencia, de la sociedad, implica mantenerse con un esfuerzo en esta actitud, es decir vivir constantemente en la confrontación. Si Mark pretende llevar su razonamiento a sus últimas consecuencias, debe elegir la vida. No se trata de encontrarle una alternativa (como al escoger la drogadicción), ya que esto es imposible, sino de mantenerse consciente de su vanidad, de su completa falta de sentido. Es por ello que al escoger la vida, Renton lo hace con ironía; esta es la manifestación de su lucidez. Sí, escoge vivir como todos, con la diferencia de que para él se trató de una decisión. Escoge la vida con toda su absurdidad. Logra ir más allá de lo que había llegado al intentar esquivarla. La acepta de frente, con todo su sin-sentido. La toma con sus
"coches, discos compactos, abre-latas eléctricos, buena salud, bajo colesterol, seguro médico, hipoteca, la primera casa, ropa informal, equipaje, traje de tres piezas, programas de juegos, comida chatarra, niños, caminatas en el parque de 9:00 a 5:00, ser bueno en el golf, lavar el coche, suéteres para escoger, navidad familiar, pensión, deducción de impuestos, limpiar canaletas, sobrevivir, mirando al futuro, hasta el día que mueras".






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