miércoles, 21 de mayo de 2014

Watchmen: el superhéroe neurótico y una ética pragmática



Título: Watchmen 
Nacionalidad: Estados Unidos
Duración: 162 minutos
Año de producción: 2009


Director: Zack Znider
Guion: Alex Tse

Reparto: Jackie Earle Haley, Patrick Wilson, Billy Crudup, Jeffrey Dean, Malin Akerman, Matthew Goode, Carla Gugino.

Basado en la novela Gráfica "Watchmen" de Alan Moore.






Watchmen trata de imaginar una manera de reconciliar la figura arquetípica del superhéroe con el mundo hostil en el que vivimos. Por ello imagina la influencia que tendría esto en el desarrollo de la historia del siglo XX. También Por ello nos propone personajes neuróticos y peligrosamente inestables.

Podemos preguntarnos ¿Qué es entonces lo que los separa del hombre común? Los enmascarados en The Watchmen son alcohólicos, deshonestos, violentos, racistas y vulnerables a todos los males que aquejan al espíritu humano. Cada uno en su manera particular.
Evidentemente, la única manera de plantear hombres disfrazados luchando contra el crimen en el mundo real es aceptando que sus motivaciones psicológicas son principalmente enfermizas.
La obra es consciente de que persiguen un ideal infantil acerca de lo que es el bien y el mal. Su interés por mejorar la sociedad americana necesita de una serie de absolutos éticos incuestionables que se ven constantemente confrontados con un mundo mucho más complejo. La verdad es que el mundo, si debe ser salvado a partir de estos sencillos y reconfortantes valores, está completamente perdido. El ser humano es dibujado como esencialmente egoísta y violento, confinado a una infinidad de mecanismos neuróticos para enfrentar un mundo frío y pervertido. Está condenado a una soledad irremediable. Sus mejores intenciones se ven completamente impotentes frente a una estructura social, cultural, política y económica a la cual cada quien debe acomodarse. La vida real es inconsistente, desordenada, y las soluciones rara vez definitivas. A final de cuentas, estos super-hombres son parte del sistema contra el cual luchan. Inmiscuidos en actividades políticas, y partidarios de las preocupaciones generales sobre la política internacional en el contexto de la Guerra Fría, terminan por asumir cada uno una posición ética mucho más elaborada, la cual termina siendo la verdadera medida para caracterizar a cada personaje y atribuir a cada uno una personalidad particular.

Es inevitable que la película en ciertos momentos parezca apresurada -para quienes conocen la novela gráfica- pero hay que reconocer que el trabajo de síntesis no sólo es excelente, sino que sabe recuperar los momentos más importantes y acomodarlos en una narrativa que en varias ocasiones otorga una mejor cohesión a la historia. De alguna manera, es una versión corregida, construida a partir de pedazos cuidadosamente seleccionados (tanto para la trama, como para el guión y el desarrollo de los personajes). Es cierto que muchos elementos de la historia y de la extraordinaria narrativa del comic se ven inevitablemente descartados; sin embargo, la película reinventa con fortuna ciertos momentos y construye una configuración del clásico que no se queda atrás. Le es profundamente fiel a la historia original en su esencia, en los temas que explora y se esfuerza por recuperar al mismo tiempo su dimensión gráfica.

El tema principal de esta obra, el cual le otorgó en su momento la gran originalidad que está a la base de su tremendo éxito, es la ética del super-héroe de historietas. Explora este tema en la medida en la que lo vuelve obvio, juega con él y lo destruye. Al insertar el clásico y reconfortante maniqueísmo de las historietas en medio de la historia del siglo XX como la conocemos, reconoce sus estrechos límites y se burla de él. Al final de la historia tenemos a un grupo de héroes en el cual cada quien representa una posición ética distinta. Los más interesantes para el caso son el Comediante, Rorschach, Dr. Manhattan y Ozimandías. 
Los tres se enfrentan a un mismo problema: ¿Cómo enfrentar a un mundo pervertido sin insertarse en las violentas reglas del juego? Es imposible. Pero cada uno adopta mecanismos diferentes y valores distintos. 


"Blake lo entendió. Los humanos son de naturaleza
salvaje. No importa cuanto lo quieran adornar,
difrazar, Blake vio la verdadera cara de la sociedad,
 y escogió ser una parodia de ella, una broma."
El Comediante - se considera una parodia de la sociedad del siglo XX. Él mismo es una imagen de este mundo. La violencia y sel cinismo que caracterizan a este personaje no son más que un reflejo de nuestras sociedades. Por eso su muerte es simbólica en la medida en la que es absolutamente necesaria para llevar a cabo el plan de Veidt: él tiene que morir junto con el siglo XX, es parte de lo que debe ser enterrado. No tiene lugar en la utopía post-apocalíptica  de Veidt.

"Pronto habrá guerra. Millones morirán en miseria y pobreza.
 ¿Por qué tiene importancia una muerte al lado de tantas?
 Porque existe el bien y el mal, y se debe castigar al mal.
Aún frente al Armagedón, no haré concesiones.


Rorschach - Por otro lado, Rorschach no representa sociedad. Más bien la conoce a la perfección. Ha visto su lado más oscuro, y ello le lleva a erigir valores morales absolutos. Cabe mencionar que esto es un tanto contradictorio para un personaje que se desarrolla a partir de una filosofía nihilista y de un existencialismo de corte pesimista. Sin embargo, en esta realidad sin sentido, decide que existen el bien y el mal, y que este último debe de ser castigado a como dé lugar. En este sentido, es el menos pragmático. Es el único que se mantiene fiel a un ideal de justicia -al arquetipo del super-héroe de historietas- pero es también el que menos tiene la posibilidad de cambiar el mundo. En realidad, no busca cambiarlo, sino castigarle. Es esencialmente un maniqueo que en lugar de moverse entre una concepción de la dualidad bien/mal, lo hace a través del binomio justica/mal. En su mundo, el bien es imposible.

"Y de una contradicción con infinitas probabilidades en 
contra,sales tú. Sólo tu emergiste, destilar una forma
tan específica de tanto caos. Un milagro."
Dr. Manhattan - se mueve en un campo que es superior al de la simple ética humana. Lejos de preocuparse por conceptos metafísicos como el bien, el mal o la justicia, su atención se centra sólo en lo que le pueda causar un interés a partir de sus cánones de conocimiento de la realidad. Es un observador, sólo está aquí para contemplar las maravillas del universo. Su lógica lo lleva a otorgarle valor a la vida como un milagro cuántico. La quiere proteger, pero solamente en la medida en la que se trata del suceso "vida" en sí mismo, dejando de lado toda consideración moral, ética o metafísica. 

"Mi nuevo mundo exige un heroísmo menos obvio."
Ozymandías - Es quien cambia al mundo. Pragmático por excelencia, le da prioridad al acto y no a la idea. Esto no le impide luchar por un ideal, sin embargo, comprende la imposibilidad de llevar a cabo con completa ortodoxia una agenda ideológica a la realidad humana. Es ajeno a una moral estricta: ¿Será esto una consecuencia de su inmensa inteligencia? Ejercer el bien implica una traición al ideal del bien; él acepta el sacrificio y salva a la humanidad a partir de un acto en principio reprobable. En realidad es un personaje consciente: de la condición humana, de sus insuperables contradicciones, de su brutalidad y de su complejidad. De esta manera, un maniqueísmo ético resulta ser un mal, en la medida en la que le es imposible hacerle bien al mundo; en este sentido, la única y verdadera tendencia al bien sólo se puede encontrar en la inteligencia.