lunes, 24 de febrero de 2014

Vanilla Sky: una alegoría de la responsabilidad

Título original: Vanilla Sky
Nacionalidad: Estados Unidos
Duración: 136 minutos
Año de producción: 2001

Director: Cameron Crowe

Reparto: Tom Cruise, Penélope Cruz, Cameron Díaz, Kurt Russel, Jason Lee

Remake de la película "Abre los ojos" de 1997, dirigida por Alejandro Amenábar







Encuentro superior en varios aspectos el remake de 2001 de Abre los ojos. En primer lugar, y en los términos del uso que le daremos en este artículo, el guión y la estructura de Vanilla Sky le fueron prácticamente calcados; es decir que para un análisis de los temas explorados, cualquiera de las dos conviene. La versión original contiene errores técnicos y fue filmada con las posibilidades otorgadas por un presupuesto limitado.  El remake no sólo es más ameno, sino que contó con una producción visiblemente superior que se refleja en el retrato mucho mejor logrado de la vida del personaje principal, así como en la participación de un elenco prestigioso y en el uso de efectos especiales de alta calidad. Finalmente, es mucho más probable que el lector esté familiarizado con la versión hollywoodense, la cual en esencia -y esto es lo importante- recupera de manera fiel y adecuada un guión particularmente inteligente e interesante para ser analizado.


Alegoría: del griego allegorein, "hablar figuradamente". Consiste en la representación artística de una idea; pretende volver visible lo que es puramente abstracto o conceptual.

Vanilla sky es una historia cuyo contenido consiste en una serie de símbolos (tanto objetos como personajes) organizados en una estructura narrativa que pretende hablar sobre la responsabilidad desde una perspectiva ética. En concreto, se trata de la responsabilidad de la felicidad personal; a partir de ello, incluye la exploración de otros temas como la culpa, el amor y la locura, y llega a proponer el germen  de reflexiones de orden metafísico sobre la realidad y la percepción. 
Comenzaré por explicar conceptualmente el significado de la película, para que podamos posteriormente poner atención en como son representadas estas ideas y en como está articulada la narración. 
A grandes rasgos, no es más que la historia de un amor imposible. Se trata del proceso por el cual un hombre toma decisiones que sabotean una relación prometedora; al no querer asumir su responsabilidad, llega al punto de negar su propio sentimiento de culpa por mecanismos neuróticos y a imaginar una situación en la cual ninguno de sus actos tuvo las consecuencias que le eran necesarias. Sin embargo, la culpa resulta ser un peso que le es imposible negar. Es al asumir sus actos (y sobre todo las consecuencias que surgen de ellos) que regresa al mundo real, listo para un nuevo comienzo, pero consciente de que no hay vuelta atrás: asumir una postura consecuente implica renunciar a la mujer que ama. 
Si sintetizamos el contenido de la historia y le restamos su carácter de thriller de ciencia ficción, queda lo siguiente: David Aames es un joven despreocupado que disfruta una vida en la cual no tiene que preocuparse por ninguna clase de responsabilidad. Julie Gianni, su amante, está profundamente enamorada de él. En su fiesta de cumpleaños, David conoce a Sofía Serrano, acompañante de su mejor amigo, Bryan Shelby. Se enamora de ella sin considerar la situación en la cual esto lo pone frente a Julie y Bryan. Además, y a pesar de haber conocido a Sofía, accede a tener un último encuentro con su amante.
A partir de ese momento, debe cargar con el peso moral de sus actos y con la culpa que en él despiertan; pero no quiere aceptar que la consecuencia necesaria sea que todo haya terminado con Sofía. Decide negar su responsabilidad y vivir en un mundo ilusorio en el cual su decisión no afecta su relación con Sofía ni su amistad con Bryan. Finalmente, tras una serie de eventos que ponen en duda su cordura, una intuición de responsabilidad personal lo encamina a responder por sus acciones y a aceptar que es imposible tener una vida con Sofía a su lado. Este acto de conciencia lo libera de su carga y le permite empezar una nueva etapa en su vida.

Las alegorías 

El accidente - El momento central de la historia, y del cual versan todas las consecuencias (tanto simbólicas como concretas) es el accidente en el cual el personaje principal, David Aames, queda desfigurado y su amante Julie Gianni muere. Todo lo anterior es un preámbulo en el cual conocemos el carácter egoísta y despreocupado del personaje. La frase de Sofía, "I think she is the saddest girl to ever hold a martiny", sólo encuentra impacto sobre David en la medida en que es una retórica ocurrencia de tintes poéticos de la persona de la cual se está enamorando; el objeto de la expresión, que es Julie y su evidente sufrimiento, no tiene eco en su atención.
El accidente, junto con sus secuelas, son el resultado del acto por el cual David concreta una traición: al subir al auto, responde a sus característicos impulsos egoístas y accede a acostarse con Julie una vez más a pesar de haber encontrado a alguien de quien enamorarse.
En la escena que sigue inmediatamente al accidente, se encuentra soñando. Le dice a Sofía que tuvo una pesadilla aterradora en la cual Julie se aventaba con él desde un puente. La respuesta que ella le da lo remite a la consciencia de la realidad: le pregunta por qué se subió al coche, y le recuerda que en algún momento no le pareció importante notar la tristeza de Julie. Regresa al mundo real (me refiero a la consciencia de la situación y a su sufrimiento) con una frase desesperanzada: "Even in my dreams i´m an idiot who´s about to wake up and go back to reality".

Las cicatrices - David no puede escapar de su rostro deformado. Después del accidente -después de aquella decisión desafortunada- se encuentra condenado a cargar con cicatrices que debe mostrar frente a las personas que le son cercanas. Lo que representan es lo vulgar de su traición y la imposibilidad de que sea pasada por alto. Es una mancha indeleble que sólo puede portar con vergüenza. Son también la consciencia que el obtiene de su error; por ello, en medio de su ilusión, se encuentra en ciertos momentos enfrente del espejo con un rostro que ha vuelto a ser deforme y reacciona con horror. Su cara, cuando se encuentra sin marcas, refiere a la tranquilidad que experimenta al reprimir el conocimiento de sus actos.

La mascara - Con el tiempo, David encuentra valor para mostrarse frente a Sofía. Ella reacciona con una reticencia disimulada frente a las cicatrices, pero accede a salir con él; a pesar de la gravedad de la situación, le da una oportunidad cuando se muestra sin negar sus defectos. Sin embargo, David llega a la cita con una máscara (una prótesis que sus doctores elaboran con fines estéticos). Esta simboliza el acto por el cual Aames pretende esconder su error, negarlo a pesar de la evidencia; y con ello solo logra causar incomodidad a sus amigos. Conforme avanza la película, y al borde de la locura, la máscara se convierte en el medio por el cual David pretende desconocer el estado de su rostro: llega un punto en el cual ya no sabemos si detrás de ella se encuentra una cara destruida o no.

El cielo de vainilla - David le había enseñado un cuadro a Sofía en el cual Monet pintó, a su manera, "un cielo de vainilla". Como artista de su ilusión, Aames le pinta a su mundo su propio cielo de vainilla. Al día siguiente del desafortunado encuentro que tiene con Sofía, y después del cual se queda dormido en la calle, esta regresa y lo despierta. Detrás de ella, podemos apreciar un cielo color vainilla, el cual a a partir de este momento de la historia (en cuanto comienza la ilusión) no desaparece. Con una actitud sospechosamente diferente, lo invita a intentar todo de nuevo. Su fantasía consistió básicamente en estar con ella sin tener que sobrellevar el peso de sus errores: "We were quite a pair. Her believing in me, me believing that I actually deserved it.". Después de eso, todo se vuelve surrealista. Su doctor cambia de actitud y encuentra la manera de reconstruir completamente su cara; en términos simbólicos, David se inventó un mundo en el cual ya no tendría que cargar con el peso de sus actos. Incluso Bryan es feliz de verlos juntos; se ahorra en su fantasía la confrontación con su mejor amigo.
En medio de esta ilusión, Nuestro personaje empieza a tener breves intervalos de pesadilla en los cuales se encuentra de cara frente a sus culpas: la cicatrices y Julie empiezan a manifestarse; esta remplaza a Sofía en la medida en que representa la imposibilidad de acceder a ella; Gianni es la culpa misma, el peso del error.

El psicólogo - Curtis McCabe representa la intuición ética de David Aames. Es una figura paterna en la medida en la que le desea ser un hombre responsable. Simboliza el camino ético que arquetípicamente un padre desea y enseña a su hijo. en este sentido, un psicólogo con tintes paternales es la figura más adecuada para representar a la responsabilidad: le hace aceptar que mató (nuevamente, en un sentido figurado) a Sofía. Ser consecuente es parte de ser responsable: implica que acepte que sus actos le llevaron a perderla, a aceptar una cicatriz que por medio de una máscara de mala fe trató de cubrir y que le llevó a mentirse a sí mismo a tal grado que imaginó que no tenía porqué cargarla. Por eso, dentro de la trama de la historia, se queja tanto de la decisión de unirse a Life Extension: como padre, no aprueba la ilusión; busca la responsabilidad. Es él quien tiene un peso fundamental en el desarrollo del personaje de David, quien al concluir la historia se encuentra frente a una serie de decisiones en las cuales finalmente decide actuar de manera consecuente: frente a la posibilidad de continuar con la fantasía, escoge una vida real.

Acrofobia - El miedo a las alturas de David simboliza su miedo a la realidad. La decisión de afrontarla implica saltar de un edificio. Aprende al final de su aventura que aceptar la verdad puede implicar dolor, pero que vivir sin ella sólo puede resultar artificial. Al despedirse de Sofía se perdona a sí mismo, de frente a sus actos, y acepta que no volverá a verla: asume su responsabilidad hasta sus últimas consecuencias.



Pensar Vanilla Sky como una alegoría de la responsabilidad permite comprenderla de una manera eficaz. Si bien los símbolos que encontramos en el camino a veces lo son incluso dentro de la misma trama como elementos de la fantasía psicológica del personaje (el psicólogo, el cielo de vainilla, el miedo a las alturas), otros son elementos concretos que más allá de la ilusión funcionan como alegorías a pesar de estar dentro de la "vida real" de David Aames (el accidente, la máscara y las cicatrices). Son estas las razones que me han llevado a pensar el guión de esta película como el resultado de un ejercicio inteligente de transmutación de ideas a una forma visual y alegórica.


lunes, 10 de febrero de 2014

Trainspotting: una filosofía del absurdo

Título original: Trainspotting
Nacionalidad: Reino Unido
Duración: 94 minutos
Año de producción: 1996

Director: Danny Boyle
Guión: John Hodge

Reparto: Ewan Mcgregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller, Kevin McKidd, Robert Carlyle, Kelly Macdonald, Peter Mullan, James Cosmo, Eileen Nicholas, Susan Vidler, Irvine Welsh, Pauline Lynch, Shirley Henderson, Stuart McQuarrie

Basada en la novela original de Irvine Welsh, "Trainspotting"







"Cuando estás drogado, solo tienes una preocupación: el sexo. Y cuando no lo estás, te preocupas por toda clase de mierda. No tengo dinero, no puedo emborracharme; tengo dinero, estoy bebiendo demasiado. No consigo chica, no puedo tener sexo; tengo chica, es un fastidio. Tienes que preocuparte por las cuentas, por la comida, por un equipo que nunca gana, por relaciones humanas, y por todas esas cosas que realmente no importan cuando tienes una empatía sincera y verdadera por las drogas."



Trainspotting comienza con su personaje principal, Mark Renton, describiendo los mecanismos por los cuales un hombre realiza una vida ejemplar. Ejemplar en términos sociales, culturales, éticos... pero carente de sentido. Para él, las responsabilidades arquetípicas de nuestras sociedades occidentales son cargas innecesarias, ilusiones de aquellos que no reparan en la absurdidad elemental de la vida. Nuestro personaje encuentra una solución más apropiada para entretenerse durante el tiempo que uno debe estar en este mundo: ¿Por qué preocuparse por terminar de pagar un coche o por mantener una buena salud cuando se puede consumir heroína? El adicto se libera de un peso absurdo; no es que su vida adquiera un sentido, pero por lo menos no la desgasta con la ilusión de tener uno. Tampoco es una vida sin complicaciones; sin embargo, estas se vuelven básicas e instintivas: necesarias.

Aquí es donde empieza todo: su adicción no es un accidente. Es, ante todo, una decisión y la consecuencia directa de una manera de ver al mundo; cómo tal, es más digna que el acto por el cual un hombre enajenado de la realidad se somete a un papel socialmente aceptable (es decir a un esquema ético arbitrario, y a un aparente sentido de la vida que sólo es vano).

En este sentido, Mark Renton es uno de los tantos ejemplos por los cuales podemos ilustrar al hombre absurdo como lo pensó Camus. Consciente de su condición humana, e indiferente frente al mundo que lo rodea, escoge no escoger la vida (como la entendemos en términos sociales). El éxito económico, social, o de cualquier género, no es más que un invento más de la modernidad occidental. Si la esperanza de que la vida tenga un sentido providencial y religioso fue remplazada por una confianza ciega en el porvenir, en el hombre y en su capacidad por comprender el mundo, nuestra época le ha encontrado límites a la ciencia y a sus expectativas. Renton personifica la actitud del hombre lúcido de finales del siglo XX. Es un hijo más de las desesperanzadas aportaciones que han hecho los filósofos del absurdo. 


Un drogadicto no necesita justificación que vaya más allá del placer. Sin embargo Renton se embarca en una serie de reflexiones que nos permiten comprenderlo como un hombre que en cierta medida entiende sus decisiones. Esto no significa que esté en lo correcto. Se encuentra atrapado en lo que Camus ha llamado un "salto filosófico". Es decir que no lleva sus convicciones hasta sus últimas consecuencias. Efectivamente, se deshace de barreras morales -por arbitrarias- y no se molesta en manipular, utilizar o traicionar a sus amigos. Estos harían lo mismo. Así, desde el principio de la película destruye la vida del sano y sincero Tommy: arruina su relación, lo convierte en un drogadicto para ganar dinero, e indirectamente es responsable de que se contagie de sida y muera. Sin embargo, no lleva esta actitud hasta sus últimas consecuencias. En un momento de desintoxicación, es atormentado por la culpa, la cual se manifiesta por medio de aterradoras alucinaciones. De esta manera, sus convicciones no logran atravesar cierta intuición ética, lo cual lo lleva a escoger la vida. El mejor ejemplo de este proceso, por sintético, es el de su amigo Sick Boy, quien en cuestión de segundos contempla el derrumbe de todas sus creencias (en gran medida similares) frente a la experiencia de la muerte de su hijo.




¿Y qué es Diane, la amante colegiala, sino la voz de la conciencia de Mark? Le hace entender que ser un heroinómano es tan absurdo como tener un trabajo. Podrá ver el mundo a su manera, pero no puede evitar el cambio, y el mundo está sumergido en una transformación constante. Se encuentra en un momento de su vida en el cual la drogas dejan de ser la alternativa adecuada. Es por eso que decide buscarse un empleo en Londres.
"Diane tiene razón, el mundo está cambiando. La música cambia, las drogas cambian, incluso los hombres y las mujeres están cambiando. Dentro de mil años ya no habrá hombres o mujeres, sólo gente. Me parece magnifico." 
Lo que hace Renton es rectificar su filosofía a través de una lógica en la cual la lleva a sus consecuencias reales. En realidad, al final resulta más coherente escoger una vida normal, simplemente porque es igual de absurdo negarla. Al escoger el papel de drogadicto, piensa estar evitando una vida absurda. Pero lo que evita no es aquella vida (inevitable), sino la consciencia de su inevitabilidad. Pretende con su adicción encontrar una solución a la dramática condición del hombre.

 Es decir que la drogadicción equivale a intentar resignarse al sin-sentido, y de esta manera deshacerse de él (pero más precisamente, del malestar que ocasiona). Esta actitud es un error en la medida en que niega la confrontación y la misma absurdidad. ¿Por qué? La absurdidad existe en la medida en que es una comparación. Si deja de serlo, es porque se hace el "salto filosófico" (una actitud deshonesta), por la cual se pretende acceder a una tranquilidad existencial que es imposible para quien es sincero con sus reflexiones. Dar cuenta de la absurdidad del mundo, de la existencia, de la sociedad, implica mantenerse con un esfuerzo en esta actitud, es decir vivir constantemente en la confrontación. Si Mark pretende llevar su razonamiento a sus últimas consecuencias, debe elegir la vida. No se trata de encontrarle una alternativa (como al escoger la drogadicción), ya que esto es imposible, sino de mantenerse consciente de su vanidad, de su completa falta de sentido. Es por ello que al escoger la vida, Renton lo hace con ironía; esta es la manifestación de su lucidez. Sí, escoge vivir como todos, con la diferencia de que para él se trató de una decisión. Escoge la vida con toda su absurdidad. Logra ir más allá de lo que había llegado al intentar esquivarla. La acepta de frente, con todo su sin-sentido. La toma con sus
"coches, discos compactos, abre-latas eléctricos, buena salud, bajo colesterol, seguro médico, hipoteca, la primera casa, ropa informal, equipaje, traje de tres piezas, programas de juegos, comida chatarra, niños, caminatas en el parque de 9:00 a 5:00, ser bueno en el golf, lavar el coche, suéteres para escoger, navidad familiar, pensión, deducción de impuestos, limpiar canaletas, sobrevivir, mirando al futuro, hasta el día que mueras".